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Argentina, un paìs inviable en cualquier sentido

Argentina es un país inviable en cualquier sentido. Y aunque las razones en apariencia parecen ser, meras cuestiones económica, la actual crisis estoy convencido que tiene profundas raíces de distinto tipo.

Argentina, un país inviable en cualquier sentido
La famosa pujanza de Argentina que muchos ubican en el 1800 y pico, cuando apenas nos habíamos independizado de la Corona española, estoy seguro que estuvo basada en cuestiones elementales. Primero y principal, una baja población y segundo los ingresos impositivos del puerto de Buenos Aires, motivo indiscutible, de más de una confrontación, entre facciones locales y no locales.

La famosa y tan mencionada "Oligarquía", que no solo es, como nos quieren hacer creer terrateniente, es el maldito mal de una Argentina que no hace lo que debe de hacer, pese a que han pasado las décadas e incluso las centurias, desde aquellos albores independentistas.

Digo que la oligarquía no es solo terrateniente, porque fijar al campo como única razón de los males argentinos, es de un reduccionismo muy hipócrita y conveniente. El campo la única culpa que tiene, es la de defenderse a si mismo. Tal cual lo que hace cualquiera, para sobrevivir en un territorio, donde lo que impera es la ley del sálvese el que pueda. Y en todo caso, los famosos terratenientes, están en realidad ligados a la misma casta chupa sangre, que ha administrado los destinos de Argentinas, en los últimos dos siglos. Si vamos a hablar de "Oligarquía terrateniente", también debiéramos hablar de la Oligarquía política, empresaria, financiera, inmobiliaria, Judicial y contable, de un país donde todo está al servicio de un grupo minúsculo de encumbrados.

No hay que engañarse. El problema argentino no es de "tal o cuál administración". El verdadero problema argentino, son ese grupo de encumbrados de distinta procedencia, que solo se encumbran para propiciar sus propios negocios. 

La gente cuando va a votar no elige lo que desearía, porque eso no figura en el menú electoral. Cuando uno va a comer a algún lado, si en el lugar no se sirven buenas comidas, tal vez alguien elija la que está menos mal preparada. O acaso elija levantarse e ir a comer a otro sitio. Esto en cuestiones electorales, casi no sucede en Argentina. La mayoría elije votar por conveniencia (porque le dan una dádiva o un puesto) o por el mal menor. Y así vamos. La gente elije entre Drácula que le chupa la sangre o el hombre Lobo, que lo muerde. ¿Y el proyecto de país que nos ataña a todos? 

El proyecto de país, es lo que no acaba de aparecer desde hace décadas. No hay un norte. Tampoco una directriz, que señale en que rumbo vamos y que queremos o pretendemos ser como nación. Así las cosas. Todo rumbo al fracaso. Luego entre Drácula y el Hombre Lobo, se pelean por ver quien lo hizo peor. Y se echan la culpa: -¡Vos mordiste a la gente! -¡No, vos le chupaste la sangre!

Pero lo cierto, es que tanto Drácula como El Hombre Lobo, son dos monstruos que se dedican a destruir a la ciudadanía, en su propio beneficio. La democracia representativa en Argentina, ya sirve de muy poco. ¿A quienes representan, cuando dicen representar? 

¿Vieron algún político perdiendo algún privilegio durante la llamada Pandemia?

Solo la verdad, puede hacernos libres. Y sobre todo tener el poder de visualizar y entender lo que es verdad y lo que es relato. Si la gente le sigue haciendo el juego a los poderes que medran de todos, casi desde las sombras, no hay posibilidad cierta, de tener una vida digna.

¿A qué viene todo este rollo?

Esto viene a cuento de unas cuantas cuestiones. En principio, he visto varios avisos en "Facebook" de gente joven pidiendo puestos en las famosas cooperativas municipales. ¡Claro! Es bien fácil solicitar puestos en el estado (aunque sean de bajos ingresos), antes que buscar trabajo, en un país que ha quedado desmantelado. Es el famoso asistencialismo que le dicen. Pero sucede que la "Casta Política" para distribuir limosnas y planes, afilan el lápiz y cada vez generan más impuestos, que cada vez menos gente puede pagar.

Por todo esto, digo que el país es inviable en cualquier sentido. Ni la ciudadanía, y ni siquiera el aparato productivo del país, soportan más impuestos. Ya en la actualidad, 7 meses de trabajo de cualquier ciudadano, son nada más que para pagar impuestos, que lo único que hacen es sumirnos cada vez más en el abismo. 

Y aquí arribados a este punto, no es cuestión que Drácula le eche la culpa al Hombre Lobo o viceversa. Lo cierto, es que todos los gobiernos argentinos han fracasado en el diseño de un modelo de país que nos lleve al crecimiento sostenido de largo plazo.

La casta política argentina en su totalidad, sea de la vertiente que sea, tiene que entender que por lo menos la mitad se tiene que ir a su casa. Ellos y de pasada, llevarse también el ejercito de ñoquis que adorna la administración pública. Mientras no suceda esto, Argentina será un país sumamente injusto, que solo se dedicará a hacer parches, en distintos momentos y amparados en justificaciones absurdas.

Lo cierto, es que acomodar acólitos en la administración pública, es un recurso que ha utilizado la misma casta política, para dibujar los números de una desocupación que es alarmante. Se que en este punto, alguno puede pensar, que si se saca gente de la administración pública, la desocupación va a aumentar. Esto es cierto circunstancialmente. Algo parecido, se vivió en los años 90, cuando el ahora extinto ex presidente Carlos Menem manejaba el país. Pero Menem en ese sentido, no estaba equivocado. Por entonces, se llamó transformación y modernización del Estado. El diagnostico fue correcto. En todo caso, lo que fallo por entonces, es tener un plan "B", para que la desocupación que se generaba de la limpieza del estado, fuera absorbida por el sector privado.

¿Y entonces?

Según lo entiendo, hay que ser intrépidos y generar consensos a nivel político y empresarial, de tal manera que se pueda generar confianza ante los posibles inversionistas, que serían los que tendrían que estar generando trabajo genuino. Pero todo esto, tiene que estar acompañado de políticas coherentes. En tal sentido, la reforma y la reducción de impuestos es crucial. 

Estas serían importantes señales, que podrían incentivar la inversión y la producción, que es el camino para reducir la inflación, el descontrol de precios y todos los males económicos añadidos, desde hace un par de décadas. 

Lamentablemente, entramos en 2021 que es año electoral. Así que este año también será un año desperdiciado en cuestiones electorales. Pero, ¿ustedes creen que este año algún político va a hablar de reducir el tamaño del Congreso o va a tocar algún privilegio de la casta política? Estamos gobernados, por una troupe de Megalomanos que se sienten imprescindibles. El año pasado, en plena encerrona motivada por la pandemia, algún periodista intrépido consultó al Presidente Alberto Fernández, sobre si los políticos se iban a achicar las dietas. Su respuesta fue elocuente. El presidente dijo que sus funcionarios vivían de sus dietas. ¡Fenómeno! Es decir, todo el mundo está achicado o achicharrado económicamente hablando, pero los señores funcionarios no pueden achicar sus ingresos, porque viven de los mismos. 

Creo que el presidente, dejó bien en claro, que la clase política es una estirpe aparte, que no va a hacer ningún tipo de sacrificio. Ellos simplemente viven a costilla del ciudadano y aunque la ciudadanía desaparezca, ellos no están dispuestos  a  achicar su suculento modo de vida. Esto está más que demostrado.

Pero pese a todo lo anterior, cuando llegan tiempos electorales, la gente va como mansos corderos y deposita su sufragio en la urna, como si se pudiera solucionar algo. Cuando está demostrado por 40 años de Democracia ininterrumpida, que lo único que hacemos, es cambiar muñecos. 

¡Saludos cordiales!

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